Les presento a dos personas muy queridas para mí

Marcelito nació cuando yo aún era una niña y fue el único sobrino y nieto en mi familia, durante ocho años. Como era lógico, lo veíamos con mucha frecuencia y amí me parecía que era mi muñeco. Era y es, un guapetón, desde el momento en que nació. Porque hay guagüitas que nacen feítas. Él no. era muy lindo. Cuando tenía seis meses, apenas me lo podía en brazos, pero era un gozo cargarlo. Sus ojitos de largas y crespas pestañas bailaban juguetones y siempre sonreía mostrando sus pequeños dientecillos. Luego nomás estaba balbuceando y tratando de hablar. A veces se enojaba; parecía sentir impotencia de no poder expresar lo que quería. ¡Era tan exquisito mi niño!.. Cuando aprendió a caminar, mi mamá le confeccionó un buzo de trabajo (mameluco) de color beige, porque su papá tenía un taller mecánico de Citronetas y mi niño se iba a meter al taller. Así, de buzo, pasaba las tardes "trabajando" y su ropita, que mi hermana le compraba o, con un tremendo amor, le confeccionaba (de lujillo) estaba protegida de la grasa y suciedad del taller. Los trabajadores de mi cuñado lo embetunaban a propósito. Era una ternura verlo en el taller con su atuendo laboral.
A los cuatro años, lo matricularon en un jardín infantil. Se iba con un elegante delantal celeste cuello "mao" y era muy feliz allí, como en cualquier lugar. Por este tiempo fue cuando yo debí emigrar de mi ciudad y ya no lo veía sino los fines de semana. Cuando ingresó a la básica, en el Instituto (Mariano) San Martín, se lo pasaba en la cancha nomás, pateando la pelota. El fútbol ya era su deporte favorito. Estuvo en ese colegio hasta terminar la educación media y su tiempo libre era todo para el futbol. Pero el deporte no era una actividad para ganarse la vida. Así que debió continuar estudios superiores y eligió la USACH, donde se formó y terminó su carrera de Ingeniería Civil en Electricidad.
Aquí, en esta etapa de su vida, vuelvo a tenerlo cerca mío, lo cual fue un regocijo. Mi marido y yo, ya teníamos dos hermosos niños de cinco y cuatro años. Marcelito estudiaba día y noche, pero sólo los días laborales. ¡Inteligente, mi niño! Obviamente, tenía capacidad para estudiar y descansar los fines de semana, cuando viajaba, porque también él debió emigrar para hacer su educación superior. Durante los años que estudió en la USACH, pude conocer a mi sobrino en su juventud, y me alegré de la persona que se había formado en él, de sus valores, de su integridad, de su sensibilidad, de su amor por la música (y de la buena), de su responsabilidad, de su tolerancia a las situaciones difíciles que debió soportar estando estudiando, de su aprecio por la amistad, de su respeto. Bueno, también de Marcelito podría yo decir muuuuuuuuchas y grandes cosas. Terminaré diciéndoles que en nuestro mundo actual, Marcelito es un hombre extraordinario, destacable y muy digno de imitar. Ojalá hubiese más hombres como él.
3 Comments:
Mis respetos a este par. Ambas son personas cercanas a mi corazón de las que, al igual que tú, podría hablar por horas y hasta días, pero no es la idea.
Mando un gran abrazo para cada uno de ellos, y muchos besos también :)
Uf!... me quedé sin palabras... será porque no todos los días me dedican palabras que hacen sentir escalofrios y que tocan la fibra más íntima.
Gracias... por las palabras, por el cariño, por todo. Me hiciste recorrer mi existencia en un minuto y fue como una sensación extraña pero muy gratificante.
Te quiero,
Marcelo
(Gracias también por lo que le toca a mi mamá)
Marcelito,
El cariño es espontáneo y, no cabe agradecérmelo; más bien soy yo quien te agradece el ser como eres, porque si te tengo muchísimo cariño, es porque tú lo haces fluír en mí. Disfruta de mi cariño mientras pueda dártelo, porque las personas estamos de paso nomás y no sabemos hasta cuándo.
Me reconforta tu "Te quiero".
Patricia
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